25 Oct Una aproximación al inicio de la armónica
Marin Mersènne
Matthias Hohner
Little Walter
Una aproximación al inicio de la armónica
Es difícil realizar en un breve artículo como este, una aproximación a la historia e importancia de este pequeño instrumento llamado armónica, porque el tema es amplio y realmente extenso.
Aunque sus orígenes se remontan a civilizaciones asiáticas anteriores a Cristo, el término “armónica” fue empleado por primera vez en Europa y Norteamérica a finales del siglo XVIII, como un nombre genérico aplicado a diversos instrumentos musicales. La primera referencia importante de la ‘mouth organ’ nos remonta al siglo XVII, concretamente al escritor francés Marin Mersènne quien, en 1636, describió una ‘armónica’ que provenía de Asia. Durante las siguientes décadas este instrumento se popularizó entre las clases mas altas de la sociedad francesa, e incluso un miembro de la corte de Luis XIV describió en sus memorias una fiesta en Versailles amenizada por unos artistas que provenían de Persia y que tocaban este instrumento. Pero, sin duda, el gran impulsor y fabricante de lo que hoy conocemos como armónica fue el alemán Matthias Hohner.
Los primeros instrumentos Hohner que llegaron a los Estados Unidos seguramente fueron enviados por Matthias a unos parientes que habían emigrado a Chicago. El señor Hohner firmó los primeros contratos de exportación a los USA en 1862. A partir de este momento se empezaron a introducir armónicas Hohner de las series Marine Band o la hoy ya desaparecida Caruso entre muchos músicos y bandas americanas de la época por lo que, en 1880, el 70% de la producción anual de Hohner se enviaba por barco a Norteamérica. En 1901 Matthias Hohner abrió una sucursal en Nueva York, dirigida por su hijo, Hans. Ese fue sin duda el inicio de la gran popularidad de la armónica en Estados Unidos, no solamente en el ámbito rural sino también en la música más urbana. Para los músicos del campo de los años veinte, ya fueran blancos como de color, la armónica se convirtió en un instrumento indispensable. Interpretes de musica festiva como Peg Leg Sam, tradicional como Harmonica Frank Floyd, folk como Sonny Terry, country como Herman Crook o blues como Will Shade, Noah Lewis o Jed Davenport. se sirvieron de ella para alcanzar un enorme prestigio. Una de las características mas relevantes de los armonicistas rurales de la época era intentar imitar palabras como ‘daddy’, ‘mummy’, ‘woman’ o ‘water’, así como diversos sonidos y onomatopeyas como la locomotora de vapor, el silbido del tren, el aullido del lobo, el ladrido del perro, el maullido del gato, etc.
En lo que al jazz se refiere, la popularidad de la armónica dio comienzo a mediados de los años veinte, cuando Hohner fabricó sus primeras armónicas cromáticas que inmediatamente se hicieron muy conocidas entre los armonicistas de jazz que hasta ese momento solamente tocaban la diatónica en bandas de jug y de washboard. El descubrimiento de la cromática con sus inmensas e ilimitadas posibilidades, abrieron las puertas para que este instrumento se integrara en orquestas como las de Buddy Rich, Lionel Hampton, Louis Armstrong o Gene Krupa, de donde surgieron auténticos virtuosos y talentos del instrumento como por ejemplo Don Les o Charles Leighton.
Pero la armónica, especialmente la cromática, sobrepasó todas las expectativas de la música popular para introducirse también en el campo de la música clásica. Larry Adler gozó de un enorme prestigio como solista clásico con este instrumento y grandes compositores como Darius Milhaud y Benjamín Arnold compusieron obras para armónica. John Sebastian fue el primer armonicista que se dedicó exclusivamente a interpretar un repertorio clásico, causando gran sorpresa y admiración entre el público que asistía a sus recitales.
Volviendo de nuevo a la música popular, el punto de inflexión de este instrumento llegó en 1951, cuando el bluesman Little Walter Jacobs empleó por primera vez en la historia un micrófono conectado a un amplificador de guitarra para soplar su armónica diatónica. Jacobs poseía un tono profundo, intenso, emotivo, excitante y sobre todo una creatividad sorprendente. Músicos como Jacobs, Big Mama Thornton quien, aparte de cantar también tocaba la armónica, o Arthur ‘Big Boy’ Crudup que en algunas ocasiones, incluía también la armónica en sus combos, serian algunas de las originarias fuentes en las que se inspiraría Elvis Presley y algunos otros músicos de la época, aunque posteriormente la armónica desapareció de la instrumentación del rock and roll,. Todo esto cambió en 1963 con ‘Love Me Do’, uno de los primeros temas de los Beatles, canción con un simpático y pegadizo ‘riff’ que John Lennon interpretaba a la armónica como estribillo principal del tema.
Lo realmente sorprendente fue que la mayoría de las bandas inglesas que consiguieron el éxito en los Estados Unidos siguiendo la estela de los Beatles y, muy especialmente los Stones, se revelaron como discípulos del blues y consiguieron popularizar entre los jóvenes americanos ‘covers’ -que en su mayoría incluían la armónica en su instrumentación- originales de sus propios artistas de color que en Estados Unidos estaban vetados por la sociedad blanca como música ‘race’ es decir, música de negros y para negros. Paul Butterfield fue el primer músico blanco que se atrevió a tocar la armónica en los por aquel entonces peligrosos antros del South Side de Chicago y formó la primera banda de rock y blues compuesta por músicos blancos y de color que fusionaron con solvencia el rock que escuchaba el público anglosajón con el blues mayoritario entre la audiencia afroamericana. El resto es una historia bien conocida por los verdaderos aficionados al blues.
Hoy en día la armónica se ha convertido en uno de los instrumentos básicos en la música popular, no sòlo en el blues, sino también en el folk, el country, el rock, la música ‘sureña’, etc. La oferta, tanto en armónicas como en sus accesorios, se ha ampliado de manera diversa, constante y selectiva (micrófonos, amplificadores, efectos, pedales…) y han aparecido nuevas marcas, como las Lee Oskar, Suzuki o Huang, aunque Hohner sigue manteniendo su prestigio con ventas que superan el millón de ejemplares anuales solamente en Estados Unidos. Pero son los intérpretes y no los fabricantes quienes han mantenido y siguen manteniendo viva y creciente la llama de este instrumento.
Vicente Zúmel