Al escuchar este álbum nadie diría que está interpretado por un solo músico, pues suena como si este estuviera acompañado por una banda Steve Hill canta y toca la guitarra y algunos instrumentos de percusión que cuelgan de ella erguido ante su audiencia, mientras sus pies se mueven a las mil maravillas entre el bombo, la caja o el charles, que, en este caso, podríamos decir que controla con pies de hierro El álbum fue grabado en directo desde La Chapelle en Quebec, Canadá y captura fielmente toda la energía que este multiinstrumentista canadiense desprende en todos sus conciertos La grabación se compone de doce temas propios más dos versiones en las que Steve demuestra ser un músico estratosférico y espectacular con un recorrido musical brutal, un completo dominio del tempo, del escenario, de la técnica y del show El disco se convierte en un concierto de rock-blues de alta gama, expuesto con vehemencia y rigor, donde la trampa y el cartón no tienen cabida Steve Hill es un músico honesto, garante del poderío de la escena de los nuevos y vigentes hombres orquesta del siglo XXI, aunque por supuesto muy alejado de sus precursores como pudo ser el legendario Dr Ross por citar uno de los pioneros del blues de este estilo