La vida de Skylar Rogers ha estado llena de sufrimiento y dolor antes de convertirse en la cantante que es actualmente. Su primer contacto con la música fue en la iglesia, aunque pronto le dijeron que no tenía aptitudes para cantar. A partir de aquel momento Skylar comenzó una vida errante que le deparó un matrimonio fracasado, un segundo matrimonio, el fallecimiento de un hijo, servir en el ejército, trabajar como camionera, vagabundear y vivir en la calle, sufrir una neumonía con la que estuvo a punto de irse al otro barrio o recibir el diagnostico de padecer una enfermedad autoinmune.

Todas estas duras experiencias la marcaron profundamente, pero hicieron que se diera cuenta de que tenía que cambiar las cosas y finalmente decidiera hacer lo que siempre había querido y que no era otra cosa que convertirse en cantante. Para ello viajó a Memphis donde comenzó a cimentar su carrera como vocalista, empezando a realizar giras y compartir escenario con artistas como Tab Benoit o Annika Chambers, y adquirir un estilo influenciado por Tina Turner, Koko Taylor, Whitney Houston, BB King o otros artistas de la Motown.

Este es su tercer álbum, esta vez realizado junto al compositor y productor Terry Wilson quien ha puesto a su servicio unos notables músicos de estudio como son Bennett Salvay, Billy Watts, Brannen Temple, Teresa James, Snuffy Walden y Darrell Leonard, con los que ha grabado doce canciones compuestas por ella junto a Terry Wilson, que son las que dan forma a este disco y que abarcan estilos como el soul, la roots music, la música americana o el rockin’-blues.

La persistencia, la determinación y la fuerza interpretativa de Skylar Rogers se expresan no solamente en la música sino también en las letras de sus canciones y en la poderosa forma de desarrollarlas, lo que da como resultado un más que interesante y consistente trabajo.