Desde principios de los años noventa el cantante y guitarrista Shawn Pittman estuvo tocando regularmente por la zona de Dallas en Texas, lo que marcó definitivamente su estilo Con anterioridad, Pittman había empezado su contacto con el mundo de la música a la edad de ocho años, pues su madre le había apuntado a clases de piano, aunque muy pronto se aficionó a tocar la batería que tenía su hermano mayor Al parecer esto tampoco satisfizo sus gustos y, a los catorce años, tomó por primera vez una guitarra en sus manos y, gracias a un amigo suyo llamado Braken Hale, se introdujo por los intrincados caminos del blues de Muddy Waters y Lightnin’ Hopkins, quedando totalmente hipnotizado por dichos sonidos Este álbum que hoy referenciamos es el décimo en su carrera, y contiene quince composiciones propias inspiradas e interpretadas con mucho acierto y talento, puesto que es el propio Shawn quien se encarga de tocar todos los instrumentos, excepto el saxo tenor y barítono que corren a cargo de Jonathan Doyle El material suena completamente ‘vintage’, con un sonido que nos retrotrae a los años cincuenta y sesenta Un disco muy convincente y acertado, con un resultado altamente satisfactorio