Nada más escuchar las primeras notas de este álbum, uno se siente transportado a aquellos maravillosos clubs de entre guerras y de los años posteriores a la II Guerra Mundial, en los que una sensual y voluptuosa diva desgranaba con pasión y elegancia tanto estandars de jazz como sofisticados blues a ritmo de swing, todo ello y bajo las tenues luces, las copas de champagne y el humo de los cigarrillos que la audiencia solía beber y fumar con abundancia.

Mercedes Nicole es la encargada de sumergirnos en ese ambiente recreado a menudo en aquellos memorables ‘films noir’ de los años cuarenta, gracias a su voz, en ocasiones vulnerable, pero siempre sutil  y llena de sensibilidad y buen gusto.

El álbum incluye un total de diez canciones que nos muestran los matices que Mercedes sabe imprimir a sus interpretaciones, unas canciones en las que está respaldada por un grupo de músicos de jazz que conocen bien su oficio y saben dar el groove adecuado para que Mercedes Nicole se recree en todas las canciones de su disco, que van desde “Ain’t Got Nothing But The Blues” de Duke Ellington hasta “Stormy Monday Blues” de T-Bone Walker o “The Thrill Is Gone” por mencionar únicamente tres de las más conocidas por los aficionados.