Desde Dinamarca llega este disco de un auténtico trovador. Su nombre es Max Wolff, un artista que durante tres décadas se ha dedicado a viajar llevando sus canciones a todos los rincones, reuniendo a un público fiel que ama escuchar con reverencia la música que interpreta.

De joven descubrió el blues y empezó a practicar escuchando a los viejos bluesmen, pero también a los legendarios guitarristas de los años 60 y 70. Actualmente ha desarrollado un estilo profundamente entroncado en la tradición, lo que le ha permitido componer sus propias canciones e interpretarlas de forma tanto acústica como eléctrica, además de desenvolverse con pericia en el estilo fingerpickin’ y modular con buen gusto sus cualidades vocales.

En este disco Max presenta once composiciones propias de las que siete de ellas son instrumentales, en las que se mezclan el blues con el jazz, el folk o la world music, todas ellas interpretadas en clave acústica, lo que hace que el álbum consiga contagiar al oyente del intimismo propio del artista. Este trabajo recoge algunas de las canciones favoritas que lleva en su repertorio y ha contado también con la colaboración de Peter Friis al contrabajo, Niels Ulbrandt al piano, teclados y melotrone, Lars Pedersen a la batería y Bo Johansen y Mikkel Uttrup a las percusiones.