Etta Britt es una cantante que emana fragancia y gran vitalidad en todas y cada una de las diez canciones de Delbert McClinton con las que nos obsequia en este disco Un álbum vibrante y sólido, grabado con buen gusto y precisión en los estudios Rock House, con Kevin McKendree como ingeniero de sonido y Bob Britt, marido de Etta, como productor Durante todo el álbum Etta se reinventa constantemente con frescura, tino y sensibilidad, dotando así al disco de una gracia especial, no sólo en la manera de abordar la música country, que la tiene, sino también con el rhythm and blues, dos estilos que ella ha asimilado bien y en los que se encuentra cómoda y muy relajada La vocalista está perfectamente arropada por un puñado de músicos que, no sólo dan la talla, sino que demuestran una más que competente complicidad con la cantante En definitiva, éste es un disco muy aconsejable, donde el talento, el sentimiento, el alma, el corazón y, sobre todo, la honestidad se combinan para dar satisfacción, gozo y deleite al aficionado que, sin duda alguna, disfrutará con este producto