Recién salido de fábrica nos llega este último trabajo de la cantante Deb Ryder.

A menudo suele decirse que la voz es el instrumento más poderoso y eterno que posee el ser humano. Esto es totalmente cierto en el caso de nuestra heroína Deb Ryder, pues es una cantante que posee un registro vocal sumamente atractivo y profundamente emotivo, ya sea cuando modula su fraseo por tonos bajos, como cuando lo hace atacando las notas más altas y agudas, cosa que realiza con suma facilidad y una hábil naturalidad que la dota de un don inherente a su propia personalidad. Deb grita y aúlla cuando el tema lo requiere, pero siempre bajo un dominio y un perfecto control vocal.

Producido por Tony Braunagel, ganador de un premio Grammy, el disco cuenta con unos músicos con una calidad fuera de toda duda como son el propio Tony Braunagel a la batería, Johnny Lee Schell a la guitarra, bajo y teclados, Mike Finnigan al Hammond B-3, Travis Carlton al bajo, Pieter Van Der Pluijm a la armónica, Joe Sublet al saxo y Mark Pender a la trompeta, además de algunos invitados como Ronnie Earl, Alastair Greene o una nutrida sección vocal que ponen sus armonías vocales al servicio de Deb Ryder. Todos ellos abordan de manera efectiva y bien calibrada un repertorio compuesto de trece canciones a cuál mejor.