En este trabajo, D. Scott Riggs nos presenta un estilo diferente al que nos tiene acostumbrados, ya que es un álbum totalmente acústico interpretado únicamente con guitarra y voz. Riggs explica que no tenia en mente realizar este disco porque estaba trabajando en otro proyecto con mucha más instrumentación y rodeado de un grupo de músicos. La cuestión es que le surgió una gira y durante los ratos de descanso en diferentes hoteles empezó a escuchar viejos temas de Blind Willie Johnson o Reverend Edward W. Clayborn, empezando a tocar y componer canciones en la soledad de las habitaciones de esos hoteles donde pernoctaba, inspiradas en el blues rural de los años 20 y 30. Sin darse cuenta se encontró con ocho nuevas canciones a las que añadió tres más compuestas después de la gira para completar este álbum.

El resultado es un disco del más genuino blues rural en el que Riggs se muestra como un excelente intérprete de este estilo, comunicando toda la belleza, la poesía y el feeling que es capaz de desarrollar simplemente con una guitarra y su bien timbrada voz.

Canciones con las que Riggs da rienda suelta a los demonios interiores del blues, a la desesperanza y la tristeza, pero a la vez a la esperanza en un mundo mejor. Todo ello hace de este disco un producto más que interesante para esos momentos de paz y serenidad que todos buscamos.