Pocas cosas se pueden decir que no se hayan dicho ya sobre Charlie Musselwhite. Una carrera de seis décadas y casi cuarenta álbumes en el mercado, avalan y coronan toda una vida dedicada completamente al blues y que, a día de hoy, todavía continúa deparando nuevas sorpresas al aficionado, como es el caso de este nuevo proyecto que Charlie lanza al mercado a través del sello Alligator Records.

Nacido en Mississippi hace ya bastantes años y criado en Memphis y Chicago, desde bien pequeño Charlie se sintió atraído por las canciones de los viejos ‘hollers’ y de los bluesmen rurales que aullaban sus blues con tristeza, lamento y desespero, aceptando o rebelándose contra su triste destino. Aunque a los trece años aprendió a tocar la guitarra, su carrera se ha desarrollado mayoritariamente como armonicista y cantante de blues eléctrico en Chicago y San Francisco. Ahora y de nuevo en Mississippi, Musselwhite quiere rendir su más sentido tributo al blues rural al que tanto ama con este álbum en el que canta, toca la guitarra y, por supuesto, la armónica.

Ocho temas de su propia autoría y siete ‘covers’ de artistas como Yank Rachell, Charley Patton o Joe Lee Williams entre otros constituyen un disco intimista, relajado y a la vez repleto de sabiduría y de un profundo sentimiento, respeto y reverencia hacia un género que es la esencia de la vida llevada a su máxima expresión musical. En este álbum Musselwhite goza de la compañía de Barry Bays al contrabajo y Ricky “Quicksand” Martin a la batería en algunas canciones.

Es un deber y una obligación para el aficionado hacerse con una copia de este nuevo disco de una leyenda viva del blues como es Charlie Musselwhite.