Cuando se habla de blues rock, uno siempre piensa en guitarras incendiarias y poderosos solos, pero Wili Wilde nos demuestra que la armónica puede convertirse en un instrumento que desprende tanta energía como una guitarra.

El cantante y armonicista Wili Wilde ha bebido de las fuentes tradicionales del blues como Sonny Boy Williamson y los grandes armonicistas de Chicago. Sin embargo, intenta siempre buscar nuevos sonidos a este instrumento y sobrepasar las fronteras, para que el publico tenga una nueva percepción y descubra la versatilidad y las posibilidades de la armónica, sin perder por ello el espíritu del blues más ortodoxo al que dota de una fuerza que está a la misma altura de guitarristas como Gary Moore o Jeff Healey.

Escuchar a Wili Wilde es sumergirse en una impresionante sucesión de solos interpretados con una enorme variedad de recursos por un artista que sabe elevar la armónica a un nivel extraordinario. Además, posee una sugestiva voz que hace de él un artista a tener muy en cuenta.

El álbum contiene diez canciones y en la primera de ellas y que da título al disco cuenta con Walter Trout como invitado de lujo. El resto de la banda está formada por Greg Coulson a los teclados, Bobby Harrison a la guitarra, Russell Carr al bajo, Steve Rushton a la batería y los coros de Lindsey Bonnick, Chloe Josephine y su hermana Dani Wilde.

Un increíble tributo al blues más tradicional desarrollado con una feroz energía y pasión que hace de este álbum un producto imprescindible para los amantes del blues/rock más genuino y a la vez cañero. Yo no he podido resistir la tentación de bailar y emocionarme escuchando a Wili Wilde.