El cantante y guitarrista Dennis Spencer ha vivido siempre al límite. A los 16 años se las arregló para colarse en el backstage donde estaba B.B. King tocando con él, lo que hizo que descubriera y se apasionara por el blues, poco después era un habitual en las fiestas del Studio 54, vendía guitarras de contrabando en Londres ganando mucho dinero, vivía en la casa de al lado de Sid Vicious el día que murió Nancy. Voló a Paris en el Concorde para pedirle a su novia que se casaran bajo la torre Eiffel, algo a lo que ella se negó, muriendo ella poco después en sus brazos de una sobredosis. Después de ser expulsado de diversos hoteles, vivió en las calles de Nueva York y una adivina le tiró las cartas diciéndole que no tenía futuro. Fue encarcelado por diversas peleas callejeras. Entró como un cadáver por sobredosis en el hospital y se le dio por clínicamente muerto, volviendo a la vida, sobreviviendo también a accidentes de coches, de moto y a algún que otro disparo, por lo que él siempre ha dicho que es prácticamente imposible acabar con su vida. Ha ganado mucho dinero y se ha arruinado dos veces. Finalmente dejó las drogas estando en una celda de una cárcel de Nueva York y actualmente vive con su cuarta mujer.

Todo ello no impide que Dennis sea un excelente cantante y guitarrista de blues que sorprende con este fantástico disco con diez temas, nueve de ellos del propio Denis, que combinan blues, boogie y algunas pinceladas de rock, que sorprenden por su autenticidad y son el reflejo musical de un hombre que ha vivido siempre a tope.

Dennis muestra una buena técnica y gran expresividad que hacen de él un intérprete que aborda con capacidad y seguridad un repertorio realmente atractivo que atrapará al oyente por la fuerza y la convicción que pone en todas sus canciones. Además, está acompañado por una buena banda y una serie de invitados entre los que destaca Bobby Warren a la voz en un tema y coros en el resto.

Un interesante disco de blues que sorprenderá a más de uno tal como me ha sorprendido a mí.