“Sam Chatmon, un bluesman injustamente olvidado”, por Vicente Zúmel

Sam Chatmon

En el viejo porche de una granja de Hollandale, MS, una guitarra y una profunda voz entonan las notas del tema “Corina, Corina”. Esas notas nos traen inmediatamente a la mente el nombre de Sam Chatmon, un bluesman de larga barba y aspecto bonachón que, a pesar de no haber conseguido la fama que merecía, nos legó en sus grabaciones, algunos de los momentos más deliciosos de blues que he escuchado jamás.

Nacido el 10 de enero de 1899 en Bolton, Mississippi, su padre se llamaba Henderson Chatmon, y fue un antiguo esclavo e intérprete de violín muy popular en la zona. Su madre Eliza Jackson era también guitarrista.

Sam tuvo once hermanos (Lonnie, Harry, Bo, Edgar, Willie, Seth, Lamarr, Larry, Burt, Ty, y Charlie) y numerosos hermanastros (incluyendo a Charley Patton) además de varias hermanas que también solían tocar los blues, música popular, pre-blues y canciones old time.

Varios de sus hermanos, además del guitarrista Walter Vinson, fueron conocidos con el nombre de Mississippi Sheiks, El grupo no tenía músicos estables y por él pasaron en diferentes épocas, casi todos sus hermanos. Sin embargo, en las grabaciones que realizaron, la formación más regular incluía a Vinson, Lonnie y Bo Chatmon, junto a Sam a la guitarra en algunas sesiones.

Empezó a tocar música con sus hermanos cuando solo tenía doce años y al llegar a la adolescencia, formó pareja con su hermano Lonnie, que era quien producía la mayor parte del material que interpretaba su familia. Su forma de trabajar era recoger canciones que oían tocar a los músicos callejeros y cambiarlas a su manera, para hacer que parecieran propias. A veces Lonnie también escribía algún tema, e incluso, como alguna vez había relatado el propio Sam: “Si oíamos a alguien tocar alguna canción que nos gustaba, escribíamos las palabras en un papel y se las llevábamos a Lonnie, con él recomponíamos la canción y le dábamos un aire totalmente nuevo. Como Lonnie sabía escribir música, una vez hecho todo esto, se la pasaba a mi hermano Harry para que la tocara al piano.

De esta forma y entre todos sacábamos un tema totalmente nuevo”. Desgraciadamente nunca sabremos como sonaba aquella banda formada por los doce hermanos y sus amigos Walter Vinson, Charlie y Joe McCoy porque no realizaron ninguna grabación. En 1928 Bo Carter (aka Bo Chatmon) hizo sus primeras grabaciones con los hermanos McCoy y, hacia 1930, Sam publicó sus primeros discos junto a Bo y Lonnie con el nombre de The Mississippi Sheiks.

Sam Chatmon , Walter Vinson y Lonnie Chatmon
Walter Vinson, Lonnie Chatmon & Bo Carter

Según relato de Lou Curtiss, Sam solía decir que no podían ir a tocar todos los hermanos juntos, porque no les pagaban suficiente dinero, así que lo que solían hacer, era turnarse en diferentes formaciones. Mientras Bo, Lonnie y Walter Vinson estaban en Jackson, en Atlanta o en Grafton, Sam solía tocar en otros lugares con el resto de sus hermanos liderando la banda.

También decía que se ganaba mas dinero tocando ragtime, baladas y canciones de baile en las fiestas, que teniendo que ir grabar a cualquier lugar donde les pagaran cuatro chavos. De todos modos Sam estuvo un par de veces en San Antonio y otra vez en Atlanta contratado para diversas grabaciones, aunque por alguna extraña razón que nunca explicó claramente, la de Atlanta nunca se realizó.

Sam también participó como invitado en algunas sesiones realizadas bajo el nombre de los Chatman Brothers, e incluso en una ocasión tocó como guitarrista de sesión para Texas Alexander. Poco tiempo después de grabar para Bluebird, los Chatman Brothers se disolvieron y nunca más volvieron a reunirse bajo ese nombre. En 1936 Sam grabó por última vez junto a su hermano Lonnie en Nueva Orleans. Lonnie ya estaba enfermo y cuando murió un par de años mas tarde, Sam se sintió tan afectado que dejó la música y se dedicó a trabajar en el campo como granjero.

Siempre se sintió orgulloso de haber conseguido con muchísimo esfuerzo y un trabajo muy duro tener su propia casa y una extensión de tierra de cultivo. Muchos años más tarde cuando Chris Strachwitz, Paul Oliver y Ken Swerilas, estudiosos y enamorados del blues, contactaron con él, Sam se había establecido ya en Hollandale, tenía una vida apacible y estaba preparado para empezar una nueva carrera musical.

Lou Curtiss, productor del San Diego Folk Festival y buen amigo de Sam,  relata que conoció a Sam Chatmon en 1965 en un viaje que hizo para alojarse en casa del coleccionista de discos Ken Swerilas. En aquella época Sam estaba prácticamente retirado de la música desde hacia veinticinco años, para ser más exactos desde el fallecimiento de su hermano Lonnie.

A principios de los sesenta Chatmon había recibido diversas visitas de coleccionistas y estudiosos del folklore, interesados sobre todo en recabar información de su hermano Bo Carter. Ocasionalmente Sam había grabado algunas canciones para Chris Strachwitz, propietario del sello Arhoolie, acompañándose de una guitarra, de la que Chris siempre dijo que era tan vieja y destartalada que era prácticamente imposible tocar con ella. Cuando Ken Swerilas visitó por primera vez a Sam Chatmon, en el verano de 1965, buscando también información sobre Bo Carter, cuando se enteró que Bo había fallecido, pensó que para no realizar el viaje en vano, podía quedarse algún tiempo en Hollandale para contactar con músicos locales y recoger información. Eso le permitió conocer bien a Sam, surgiendo entre ellos una buena amistad. Finalmente Ken invitó a Chatmon a viajar con él a San Diego e iniciar allí una nueva andadura. Una vez allí, Ken y Lou Curtiss le encontraron algunas actuaciones en diferentes bares y locales.

Sam empezó a tocar en festivales y participó también en catorce de las dieciséis ediciones del San Diego Folk Festival, por lo que cada verano pasaba algunos meses viviendo con la familia Swerilas y actuando en clubs y otros eventos en el área de San Diego. Sus tres LP’s editados en USA se grabaron precisamente allí, uno para Blue Goose, otro para Rounder y el tercero para Flying Fish, restando material suficiente como para haber grabado un par de LP’s mas.

Desde 1967 hasta su fallecimiento en 1983 Sam Chatmon se convirtió en uno de los artistas preferidos de los circuitos del folk-blues, tocando muy a menudo en el San Diego Folk Festival, el Mississippi Delta Blues Festival y otros eventos de renombre como University Of Chicago Folk Festival, River City Blues Festival, Smithsonian Festival Of American Folklife, Mariposa Folk Festival, Winnipeg Folk Festival, Harbor Col Folk Festival, New Orleans Jazz & Heritage Festival, Santa Rosa Folk Festival o el American Folk Music Festival.

Sus últimas grabaciones incluyen un álbum en colaboración con Walter Vinson y otro con The New Mississippi Sheiks para el sello Rounder. Bajo su propio nombre grabó para las compañias Blue Goose, Rounder, Flyin Fish y Albatros. Según palabras del crítico del New York Times Robert Palmer referidas al álbum “The Mississippi Sheik” grabado por Sam para Blue Goose: “desde las legendarias grabaciones de Mississippi John Hurt en los años sesenta, no he vuelto a escuchar un álbum con tantísimo talento como el de este músico llamado Sam Chatmon y que hoy acabo de redescubrir”

Pero además de ser un excelente músico, Chatmon tenía una personalidad especial que no dejaba a nadie indiferente. Se dedicó siempre con gran entusiasmo a mantener vivo el legado de la música de los Mississippi Sheiks, así como muchos de los blues popularizados por su hermano Bo durante los años treinta (quien usaba el sobrenombre de Bo Carter en la mayoría de las grabaciones que realizó a lo largo de su vida).

Sam Chatmon

Sam Chatmon fue considerado por una gran mayoría de jóvenes y devotos aficionados como una especie de gurú del blues, cosa que a él le hacia mucha gracia, lo que incluso le llevó a dejarse una larga barba blanca para conseguir dar la imagen de un santón. También le encantaba explicar historias a cualquiera que se acercara a preguntarle. Muchas veces exageraba demasiado en temas como su contribución en las grabaciones de los Mississippi Sheiks y fabulaba sobre los músicos de blues y jazz con los que había tocado. En una entrevista de 1969 realizada por Lou Curtiss director del San Diego Folk Festival para la revista Khrome Kazoo, Sam manifestó sin ningún tipo de rubor: “Ayudé a todos los King que se movían por Arola, Mississippi Yo controlaba zona y todos trabajaron en la misma plantación que yo. B.B., Albert, Freddie… todos eran mis hermanos”.

Otra de sus genialidades era que muchas veces solía añadir más salsa de la debida a sus respuestas cuando le hacían alguna entrevista, sobre todo si se daba cuenta de que el entrevistador era un pardillo o no conocía demasiado el tema. En un artículo publicado en la revista Living Blues, Lou Curtiss explicaba que en una ocasión Sam le había dicho a un entrevistador de la revista Guitar Player que había sido miembro de los Louis Armstrong’s Hot Seven. Después Curtiss  le preguntó por qué había dicho semejante mentira y Sam le respondió que esas eran la clase de historias que querían escuchar los periodistas y que si no se tenían buenas historias que contar, seguramente ni lo imprimirían, ni lo publicarían. Según él, Guitar Player era una revista muy importante y si la gente leía aquello quizás sería la forma de conseguir por lo menos, tres o cuatro bolos mas.

No sabemos si su imaginación le sirvió para encontrar más trabajo. Pero, lo que es indudable es que, además de sus creativas historias de blues, su rebosante carisma, talento, encanto y simpatía consiguieron que tuviera una legión de fieles admiradores y seguidores de su obra.

A pesar de tener muchos devotos, Sam no gozó nunca de una gran popularidad que, sin embargo, si consiguieron muchos otros artistas de blues que fueron redescubiertos por los estudiosos del género y que tenían unas credenciales más amplias. De todos modos Sam se sentía muy orgulloso de los logros conseguidos durante los primeros años de su carrera y siempre se vanagloriaba que había sido el compositor de todas las letras de los temas que interpretaban sus doce hermanos y de los Mississippi Sheiks. Según él había escrito las letras de los standards “Stop And Listen”, “Sittin’ On The Top Of The World” y “Corrina Corrina”.

El periodista de Jackson, Mississippi Raad Cawthon escribió en el Clarion-Letger con motivo del fallecimiento de Chatmon, “Yo y muchos otros como yo vamos a echar muchísimo de menos el brillo y el guiño de sus ojos cuando se dejaba ir y se sumergía en la música y sobre todo en las letras de sus canciones. Estaba cantando y al mismo tiempo se ponía a reir cuando escuchaba algún comentario divertido de alguien entre el público.

Todas sus canciones, incluso las mas duras y primitivas, mostraban claramente que tenia una gran experiencia de la vida. Sabia por ejemplo que al público le hacia mucha más gracia cuando en sus letras incluía insinuaciones y dobles sentidos relacionados con temas sexuales, que cuando hacía referencia a temas más serios que a él personalmente le hubiera gustado tratar. Voy a echar mucho de menos a una persona que era capaz de presentarse en la puerta de la casa del gobernador y empezar a cantar la canción “Stoop Down Mama And Let Your Daddy See”

Su vuelta a los escenarios en los años 60 no estuvo exenta de polémica. A pesar de ser apreciado por gran cantidad de aficionados, músicos de blues mucho más conocidos acaparaban todos los conciertos y festivales. Nunca llegó a conseguir tanta fama y popularidad como muchos de los bluesmen de aquella época y, además, el doble sentido de las letras de sus canciones le causaron más de un problema con algunos críticos de blues que nunca supieron ver al verdadero artista que tenían ante sí, quedándose únicamente con la superficialidad de las letras de sus canciones. Sin embargo todos los que le conocían bien sabían que Sam era todo un caballero, con mucha clase y talento. Y era precisamente a esos críticos con tan poca amplitud de miras a los que, como ya hemos comentado anteriormente, Sam disfrutaba engañándoles con historias imaginarías llenas de fantasía que explicaba con total naturalidad. Después de realizar largas entrevistas con él, su buen amigo Lou Curtiss decía que había conseguido saber cuando Sam le estaba enredando, porque hacia una especie de mueca y sus ojos le brillaban de una forma muy especial.

Lou también explicaba que había aprendido a ver cuando Sam estaba cansado de la entrevista y quería parar, porque entonces le contaba una mentira enorme y desproporcionada. Entonces era ya el momento de despedirse de él hasta una próxima ocasión.

Sam Chatmon no perdió nunca su amabilidad y buen carácter con todas las personas que se acercaban a saludarle. Incluso cuando empezó a perder la visión de un ojo y su mente comenzó a flaquear, se acordaba de todos los que habían ido a visitarle o a escuchar su música. Era un hombre surgido de la tradición, un hombre del campo, que nunca se sintió atraído por las comodidades de la gran ciudad. Tenia un don especial y una gran experiencia en tratar con la gente, aunque en ocasiones les tomara un poco el pelo.

Su última aparición en público fue en 1982 en el Mississippi Delta Blues Festival. En San Diego -dónde había pasado mucho tiempo durante los últimos años de su vida-, la noticia de su muerte pasó casi desapercibida, excepto para los mas allegados que le consideraban un miembro más de su familia. Su muerte tuvo mas resonancia en Hollandale, donde realmente era considerado un hombre muy venerable, un hombre que pertenecía a una época que desgraciadamente estaba desapareciendo demasiado deprisa.

En ese último concierto –sólo unos meses antes de morir-, Sam era ya un hombre frágil, anciano, de larga barba blanca. Todavía le sacaba un impresionante sonido a su guitarra y sus ojos brillaban con la ilusión de un chaval de veinte años, En aquella postrera actuación y como si presintieran que no volverían a escucharle nunca más en directo, Sam salió al escenario frente a unos treinta mil aficionados que gritaban su nombre “¡Mr. Sa-aaam! ¡Mr. Sa-aaam! ¡Mr. Sa-aaam!” Debió ser una auténtica gozada poder ver a aquel venerable anciano de ochenta y tres años, solo en el escenario, cantando “Corrine, Corrina”, “Stoop Down Baby”, “Turnip Greens” y otros blues en el mas puro estilo del country-blues que había popularizado durante toda su carrera. Aquel mismo día, el Delta Arts Council bautizó a Mr. Sam como “el bluesman más venerado de todo el estado”.

Sam Chatmon murió el 2 de febrero de 1983 en el South Washington County Hospital de Hollandale a la edad de ochenta y cuatro años. De hecho estaba muy enfermo de neumonía, pero su mujer Elma le comentó a un periodista “Ay cariño, simplemente era ya muy viejo”.

En una húmeda, nubosa y fría mañana de domingo del mes de febrero, un pequeño grupo de gente se congregó en el gimnasio de una escuela de secundaria en Hollandale. No suele ser habitual realizar funerales en un gimnasio, pero en estas ciudades tan pobres del Delta del Mississippi, todavía hoy en día, pocas familias poseen recursos suficientes que les permitan celebrar un funeral en condiciones.

Algunos cámaras y fotógrafos venidos de Jackson, Memphis y Chicago disparaban sin cesar sus flashes y grababan los parlamentos de los invitados. El resplandor de los focos, hacían que los adornos metálicos del ataúd que contenía el cuerpo de Sam brillaran con destellos inimaginables. Ramos de flores rodeaban el féretro y algunos posters con motivos blueseros adornaban el gimnasio. Chicas jóvenes de color, ‘scouts girls’, ataviadas con sus trajes de domingo rodeaban el ataúd, Sam se hubiera sentido orgulloso al ver aquella preciosa ceremonia.

Un grupo de mujeres de la comunidad, ataviadas con uniformes blancos flanqueaban el féretro como una guardia de honor. Una joven blanca empezó a cantar una canción que el propio Sam le había enseñado tiempo atrás. Algunas autoridades y viejos amigos suyos realizaron diversos parlamentos glosando la figura del fallecido y sus recuerdos personales, al igual que algunos ministros de la iglesia, ministros que en muchas ocasiones habían calificado los blues como la “música del diablo”, pero que en aquella ocasión dejaron atrás sus prejuicios, para rendir homenaje al bluesman más anciano y respetado de todo el estado. Promotores de conciertos y propietarios de locales se sentaron junto a los miembros de la familia Chatmon rodeados de hijos y nietos. No cabía la menor duda de que en los círculos de blues del Delta, Sam Chatmon había sido una auténtica leyenda.

Poco tiempo después de su funeral, un viejo amigo de Sam comentaba con cierta amargura que los habitantes del Delta nunca habían sido conscientes de la gran persona que habían tenido entre ellos, porque si lo hubiesen sabido, habrían acudido en masa a su funeral. Según él mucha gente había perdido la oportunidad de conocer o, como mínimo, honrar en su funeral a la gran persona que Sam había sido.

Pero esas palabras no eran del todo ciertas. Ese mismo amigo de Sam, también explicaba que, conduciendo a toda velocidad por la autopista, de repente apareció un agente motorizado que le hizo parar el coche. Era un tipo joven, blanco y de tez sonrosada. Le hizo bajar del coche y le pregunto a dónde se dirigía conduciendo a semejante velocidad. Le contestó que al funeral de Sam Chatmon. Al oír esas palabras, aquel sheriff le dijo que subiera inmediatamente al coche y se marchara rápido para honrar la memoria de Mr. Chatmon.



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