Ellis Hooks nació en Alabama de madre Cherokee y padre Afroamericano y gran devoto de la iglesia baptista Era el número trece de dieciséis hijos y, según cuentan las habladurías populares del vecindario, no tuvo su primer par de zapatos hasta cumplidos los ocho años Gracias a la radio descubrió otra música aparte de la religiosa y decidió marchar de su hogar en busca de aventuras que llenaran su rutinaria vida Viajó por todos los USA trabajando en muy diversos y dispares empleos al tiempo que cantaba por las calles en busca de algunas monedas Un día en el que precisamente cantaba por Central Park, Diana Ross pasó por allí e inmediatamente quedó prendada de su voz, llegando incluso a pagarle una sesión de grabación que nunca llegó a ver la luz porque Hooks no quedó nada satisfecho Después de ahorrar algún dinero viajó por toda Europa conociendo al productor Jon Tiven que le produjo su primer álbum A partir de entonces su nombre empezó a ser conocido y algo más popular entre los aficionados Este disco nos presenta trece emotivos, intensos y cálidos números, todos ellos impregnados del mejor y más genuino soul aderezado de toques gospel y algún que otro destello de corte bluesy donde su voz vuelve a desbordar con borbotones de pasión, evocando a su vez a todos aquellos grandes vocalistas como Little Milton, Sam Cooke, James Carr o incluso Otis Redding